Un día Lisa, como cada tarde, después de haberse despertado a las 06:00am, tener 3 reuniones estresantes por la mañana y haber comido un bocadillo durante el trayecto en coche, fue a buscar a su hijo Martín de 4 años a la salida del cole.

Y, ese día, resultó ser un punto de inflexión en la vida de Lisa. Su hijo le regaló un bonito dibujo con todos los miembros de la extensa familia, todos y cada uno de ellos, los había dibujado con caritas sonrientes, excepto uno. Y, Lisa le preguntó “¿Quién es esta personita tan triste?”. Martín le contestó: “Mamá, ¿no te reconoces? Eres tú. . . “. De repente, Lisa empezó a llorar: Su hijo le había mostrado cómo afrontaba su vida.

Ella siempre se había considerado una mujer luchadora, con éxito profesional y entregada por completo a su familia y amigos. Pero, parece que, por el camino, se había olvidado de ella misma y sus necesidades. Así, a partir de este momento, empezó a tomar consciencia sobre qué poco se valoraba y qué poco valor le daba a lo que conseguía, siempre había algo que faltaba, algo a lo que no llegaba y esto era lo único que le importaba. La insatisfacción se había convertido en su constante vital. Necesitaba cambiar: merecía ser feliz.

Esta es una historia real sobre cómo a través de la mirada ingenua de un niño una madre decidió emprender el camino del cambio para disfrutar de una vida rica y saludable.

¿Cuál fue el siguiente paso de Lisa? Descúbrelo en el próximo post …