En tu proceso de búsqueda de empleo puedes elegir: ir a la deriva o poner rumbo. En la primera opción eres vícitima de las circunstancias, en la segunda, te conviertes en capitán de tu vida profesional. Los resultados, como verás, son sorprendentemente diferentes.

Si decides ir a la deriva, te dejarás llevar por las circunstancias del entorno (que, como todos sabemos, no es muy alentador). Enviarás tu currículum a todo aquello que, por mínimo que sea, crees cumplir los requisitos (da igual si se trata de una posición menos cualificada, tú la cumples con creces…). Pedirás que te ayuden a encontrar “cualquier trabajo”. Andarás corriendo de un sitio para otro viendo donde puedes encajar, donde hay un sitio para ti. El resultado: Pérdida de energía y confianza en tus verdaderos talentos, pérdida de credibilidad profesional, ineficacia en tu búsqueda y, quizas una remota posibilidad de encontrar un empleo que, con toda seguridad, nada se parezca a lo que realmente quieres (y puedes hacer).

No hay viento favorable para aquel que no sabe a donde va. Séneca.

Si decides poner rumbo a tu búsqueda de empleo, tú, y no las circunstancias, guiarás el proceso de búsqueda. Primero, reflexionarás acerca de quien eres profesionalmente, cuál es tu valor añadido. Después, y en base a tu recursos, determinarás tu objetivo / rumbo profesional. Y, por último, trazarás un mapa con el que llegar a este objetivo.  Puedes estar pensando que “es una pérdida de tiempo”, “con la que está cayendo y yo eligiendo” . . . No dejes que estas excusas te despisten y aparten de poner rumbo a tu vida profesional. El resultado es sorprendete: aumento de la confianza en ti mismo y tus recursos, credibilidad profesional (cuando sabes lo que quieres y lo sabes transmitir, es más fácil que perciban tu profesionalidad y puedan ayudarte), eficacia en tu búsqueda de empleo. En definitiva, incremento de tus probabilidades de éxito, pues no llega antes el que va más rápido, sino el que sabe dónde va.

Y, tú ¿ya has marcado el rumbo de tu búsqueda profesional?